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viernes, 22 de junio de 2012

Capitulo 19: Témoin

Una fuerte sacudida en el hombro me hizo abrir los ojos de golpe y caer de bruces al suelo por la sorpresa.
Oí la risa tranquila de Natalie tras de mi y estuve a punto de hacerle una mueca desdeñosa, pero cuando la mire y la vi tan alegre y con esa sonrisa, todos mis planes diabólicos (y hasta el diablillo que colgaba de mi hombro continuamente) se golpearon contra el suelo como yo había hecho segundos antes.
Me ayudo a levantarme y para mi alivio, me quito la asquerosa bolsa de plástico que llevaba puesta desde vete tu a saber cuanto tiempo. Me había quedado dormida más o menos en la parte en la que Natalie me contaba cosas acerca de Tobby, el labrador de Alan. Me seco el pelo y me puso rulos, haciendo que tuviera así un aspecto mas ridículo aun (si es que eso era posible) y luego observe el nuevo tono dorado de mi cabello.

A mi hermana le había dicho como excusa, que Wendy era rubia y quería clavar mi papel al máximo, ella pensaba que me esforzaba muchísimo y orgullosa me ayudo sin reparos. Pero la verdad era, que estaba harta de aquel color rubio oscuro, aquel que me recordaba siempre tanto a las cenizas. Y las cenizas...
Y por eso hoy me he teñido de rubia.
Una hora después (en la cual para evitar hablar, habíamos visto una película de Peter Pan: la gran aventura), mi pelo caía en una interminable cascada de bucles, maravillada, me pase la siguiente media hora jugando con los rizos.
-Déjalo, o te lo estropearas-me dijo Natalie mientras me echaba un poco de crema del color de mi piel.
Suspire y me recoste en la silla, esperando que Alan no tuviera también pececitos y tuviera que soportar otro hora de cháchara con mi hermana. Pero por suerte, a las cuatro estaba completamente lista, maquillada y peinada, con el guión taladrado cual lección de Historia y con la ropa metida en una bolsa para cambiarme luego allí.
Las cuatro. Las cuatro y cinco. Y diez. Y doce. Y trece ¡Aaahh! ¡Me volvería loca! ¿Tenia que esperar hasta las cinco y media? No saldría viva.
A menos cuarto no lo soporte mas y dando un suave portazo baje a Montmartre a ver a Nico, al que hacia tanto que no veía. Lo encontré en su esquina habitual, pintando y un poco mas pálido que de costumbre. Me acerque por detrás y le susurre:
-Le tableau c'est magnifique (el cuadro es magnífico)
El se giro y me miro como si fuera un fantasma. Luego hizo tres cosas que yo consideraba imposibles siendo el.
Soltó los pinceles de cualquier manera, me abrazo y por si fuera poco, note mi hombro húmedo de sus lágrimas. Confusa por lo que ocurría, le di unas palmaditas torpes y le dije:
-Eh, eh... que estoy bien.
El me soltó, y mire sus ojos verdes fijamente mientras se calmaba.
-Es que... cuando vi que no aparecías, fui a tu casa y le pregunte a tu hermana, me contó lo del accidente y...-alguna idea debió ocurrirsele, porque me miro y dijo- ¿Tu...? ¿Que hiciste...?
Hizo unos gestos extraños con las manos y luego las metió en los bolsillos. Le sonreí y mire el reloj que llevaba en su huesuda muñeca. Las cinco y cuarto.
-Tengo que irme-le mire y sonreí vagamente- ¿vendras a verme actuar?
-Tu actúas todos los días-me miro un largo rato y luego asintió. Emocionada le di un beso en la mejilla y corrí de vuelta al Taller.
El todoterreno de Alan esperaba en la acera, y junto a el mi hermana y Alan hablaban con una chica de la edad de Natalie. Delgada y con ropas elegantes, no conseguía situarla aún. No fue hasta que movió su melena, y su color castaño rojizo me trajo recuerdos vagos de mi niñez:
-¡Tía Laura!-grite
Ella se giro y una sonrisa se mostró rápidamente en su rostro. Nos abrazamos y vagamente me preocupe de arrugar su chaqueta, pero luego mande esas preocupaciones al cuerno, ¡estaba aquí! ¡en París!
La tía Laura nació un año antes que Natalie, cosa que sorprendió mucho a mis abuelos (y para que mentir, también les disgusto). Pensaban que mi padre era demasiado joven, para con veintipocos años tener una hija y encima casarse.
Pero salio bien. 
Natalie y Laura crecieron juntas, pese a la primera negativa de mis abuelos, que seguían enfadados con mi padre. Mas tarde, por fin, le perdonaron, cosa que no paso con su otro hermano, con el cual (como me contó una vez mi madre) mi padre vivía cuando se fue con mi madre y luego solo saben que se fue de Londres.
Cuando nací, Laura estaba muy unida a mis padres y Natalie, tanto que la nombraron mi madrina (cosa que enfado aún más a mi pobre abuela) pero la verdad es que cuando vivíamos en Londres, solía ir a menudo a pedirle consejo. Algo que, cuando nos mudamos a París, ya no podía hacer.
-¿Cómo es que has venido?-le pregunte.
-Mi trabajo me hace viajar mucho, pequeña.
Sonreí y nos metimos en el coche. No recordaba muy bien, pero me sonaba que la tía era abogada, así que me parecía sospechosa su excusa, pero no comente nada. Simplemente lo deje pasar.
Cuando llegamos al colegio, me despedí de ellos y corrí a cambiarme. Cuando ya estuve vestida, fui en busca de Drew y Daphne, a las que encontré practicando el guión.
Drew vestía piratas oscuros rotos, una camisa de tirantes blanca y unos botines marrones. Se había delineado los ojos de negro y algo de blanco, para su papel de Mofeta. Daphne por el contrario, como buena Campanilla, vestía un corto vestido verde despuntado, unas bailarinas con enormes pompones, se había recogido su cabello rubí en un moño y se había echado tanta purpurina como era posible.
Las abrace y durante un rato charlamos sobre el teatro y me contaron lo que habían hecho estos últimos días. Justo cuando Daphne estaba contando una anécdota de como la profesora de Francés le pillo con una nota de un chico recuerdo algo.
-Dios, me he olvidado el cinturón. Ahora vuelvo, chicas.
Me aleje corriendo de allí, dentro de nada comenzaría la obra. Llegue a la sala por los pelos, cogí el cinturón y cuando mi mano rozo el pomo de la puerta oí unas voces de fuera:
-Raffaella, tengo que salir a escena dentro de nada.
-Tenemos que hablar. Ven aquí.
Los armarios se habían convertido mi escondite predilecto para estos casos. Cuando entraron, yo me encontraba encorvada dentro de uno, creo que de caoba. Abrí un poco la puerta, pero solo llegue a ver la cabezota morena de Raffaella.
-¡Eres idiota! Va a actuar.
-A ver, tranquila, tengo un plan.
-Ah si, claro, otro más ¿no?
-Este funcionará
-Ya claro, como el de la clase de Física ¿no?
Espera ¿¡Que!? Moví un poco mas la puerta, pero debí hacer algún ruido, por que se giraron y me oculté de nuevo, aun sin saber quien era el chico.
-Lettisiere cambió el guión cuando Hope aún estaba en el hospital, y me mando a mi entregárselo, pero...
-Pero...
-Obviamente, lo tengo aquí-dijo el chico con tono burlón.
Raffaella dio un saltito y después no oí nada. Consideré buena la posibilidad de asomarme y me quede con la boca abierta.
Raffaella y el Capitán Garfio se estaban besando apasionadamente.
Debo considerar la idea de esconderme de nuevo.

4 comentarios:

  1. El capitulo esta genial! Asi que soy la tia, me gusta el personaje:)

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  2. Está genial Nina!!!!
    Me encanta lo de la película de Peter Pan! :)
    Es simplemente perfecto Nina y escribes genial!
    Espero el siguiente please!

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  3. Me encantaa!! Escribes geniaal Nina!
    Adoro la pareja que hacen Natalie y Alan
    Espero el siguiente con ansia!

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  4. ¡THAT'S MAHOGANY! e.e

    Sospecho cosas, pero no voy a ponerlas por escrito aun... podría equivocarme.

    Me ha encantado el capítulo (como siempre)
    Raffaella GGGHGRGRRGRHGGRHRGRRHRGRH.........

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