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jueves, 6 de septiembre de 2012

Capítulo 29: Le bouteille de le folie

¡LO siento, lo siento, lo siento! Me vais a matar, he tardado porque he estado de niñera otra vez, además me he enganchado a una serie británica: Skins. Bueno, este capitulo es triste pero el próximo prometo ser más buena  con Hope. :)

-¿Natalie? ¿Natalie?
Un leve gruñido fue la única respuesta que obtuve. Se dio media vuelta y unos mechones rojizos le taparon el rostro. Volvi a intentarlo.
-Natalie, Natalie... -volvió a darse media vuelta-Umpf... ¡Elia! ¡Elia, despierta!
Ninguna respuesta.
-La madre de Dios... -me acerque a su oido y le susurre-Me largo a ver un partido. Volveré a las doce y media con la comida...
Probablemente no se enteró, pero no quería despertarla. Entre en la cocina y cogí algunos billetes, luego recogí mi móvil, las llaves y salí.

Tan solo eran las nueve y cuarto, pero el viento azotaba tanto que los dientes me castañeaban sin parar. Las calles de Montmartre estaban completamente vacías, y una leve niebla cubría el suelo hasta borrar los pasos que daba.
Llegue a le place en cinco minutos, pero entonces me acorde.
-Oh, shit!
Salí corriendo en la misma dirección por la que había venido. Cuando llegué a le place du Tertre solo se veía a los mañaneros. Busque a Nico por todas partes, pero no lo encontré. Pregunte a los demas pero nadie lo había visto. No me atrevía a dejarles un mensaje para Nico, el viejo se enfadaría...
-Bonjour! -dijo alguien a mis espaldas.
Pegue un bote y me gire. El muchacho sonreía y el viento azotaba sus cabellos oscuros, el delantal rojo que llevaba alrededor de la cintura se movía con el viento.
-Bruno, ça va?
-Ça va bien, merci! Et toi?
-Ah... Je a...-no conseguí terminar la frase porque no paraba de mirar alrededor en busca de Nico.
-Qu'est-que qui t'arrive?
(¿Que ocurre?)
Suspire.
-Je aller passer cherche a Nico
(Estaba buscando a Nico)
-Oh! Le vieux grognon? C'est appelle Nico?
(¿El viejo gruñón? ¿Se llama Nico?)
-Oui, parce que je ne trouver pas...
(Si, pero no le encuentro...)
-Tu ne sais pas oû il est?
(¿Y no se te ocurre donde puede estar?)
-No... Ah! Nico habiter à le maison rouge!
(No... ¡Ah! ¡Nico vive en la casa roja!)
Él sonrió.
-Te acompaño.
-Oh, no, no es necesarío.
-De veras lo hare. Hoy no trabajo, tan solo he pasado para relevar un rato a una amiga, pero ya me puedo ir.
-Bien...
Pasamos por le "Mansion Rouse" y continuamos por le "Boulangerie Julie". Pese a mi esfuerzo, no pude evitar mirar para ver si Peter estaba allí, pero solo vi a Julie. Lo más probable es que ya estaría en el campo con los demas.
La casa donde vivía Nico era en realidad un bloque de cinco pisos, con grietas y de un color rojo gastado. Pero esa no era esa la razón por la que la llamaban le Maison Rouge. Hace diez años, en el tercer piso, un hombre se ensaño con su mujer y manchó las paredes con su sangre. Luego se suicidó.
-Hope! Prêtter attention!
-¿Qué... Qué?-pregunte distraida.
-¡Te he preguntado cual es el piso! Mon dieu!
-Ah, eh... El tercero B.
Un hombre muy desaliñado salió y nos apresuramos a sostener la puerta. No paraba de mirar a Bruno,
-Con que eres pariente de Drew...
-Su primo mayor, para ser más exactos.
-¿Tu tambien eres parisino?
-No, yo soy de le Pinet.
-¿Y tus padres?-pregunté con pausa.
-Parisinos.
-¿Eres adoptado?
Él se quedo quieto con un pie en la planta del segundo.
-No. Drew es la única adoptada.
Volvimos a reanudar el camino.
-Nunca me ha contado gran cosa sobre ella.-dije pausadamente.
-¿Y que quieres que te cuente?
-Ah, no quiero cotillear...
-Mujeres... -repuso irónico-cumple años el cinco de mayo, y nació en el 1995...
-Eso ya lo sé. Su número favorito es el cinco.
-¿No, en serio?-dijo con burla.
-¿Y cuando... -hice una breve pausa y me apoye en la pared-...la adoptaron?
-Si no te lo ha dicho ella no se porque he de contartelo yo.
-Porque quiero conocerla. Ella lo sabe todo de mi ¡y yo nada!
-Ella perdió a sus padres, no sabes como puede sentirse.
-¡Soy huerfana!-grite con rabia.
Su mirada me traspaso.
-Lo siento....
-No, es culpa mía, no debería meterme donde no me llaman. Pero es que no se nada de ella y eso me exaspera.
Reanudamos la marcha hasta llegar frente a la puerta de Nico. Toqué con los nudillos.
-Dos años.
-¿Qué?-pregunte sobresaltada.
-La adoptaron con dos años. Mi tía no podía tener hijos y la adoptó. Murió de cancer cuando Drew tenía cinco años.
-Vaya...
-Si, y mi tío no es muy afectuoso que se diga. Demasiado serio y estirado, pero creo que en el fondo le tiene cariño...
-Yo le he visto, es un militar-dije mientras volvía a llamar.
-Pero la envuelve en lujos, ser un hija de un banquero rico tiene sus partes buenas.
-Ya claro-volví a llamar pero no obtuve respuesta-Esto es raro...
-Oui-dijo él y acto seguido comenzó a gritar-¡Oiga, oiga! ¿Hay alguien ahí?
No respondio.
-Lleva ahí dentro desde ayer-dijo una voz a nuestras espaldas.
Era la de una mujer de cabellos grises y ropas gastadas.
-¿Esta segura?
-Completamente-respondió mientras bajaba las escaleras.
-¡Oiga, espere! ¿Tienen escalera de incendios?
La mujer asintió y desapareció.
-¿Para que querías saber eso?-preguntó Bruno.
-Tengo una habilidad especial.
-¿Cual?
-Escalar.
Me acerqué a la ventana de la pared y  la abrí. Era una ventana diminuta, más larga que ancha, y en ese momento agradecí ser una flacucha. Pase la cabeza y la cintura sin problemas, pero el trasero se me quedó atascado.
-¡Maldita sea! ¡Ayúdame!
Tras unos segundos de duda Bruno dijo:
-¿Puedes agarrarte a la escalera de incendios?
-Creo que si...-estiré los brazos y asié el metal con las manos-¡Ya!
Note un fuerte tirón en las piernas y acto seguido me quede colgando en el aire.
-¡Hope!-gritó Bruno alarmado.
-¡Calmate!
-¿Que me calme? ¿¡Como quieres que me calme!?
-¡Oye que la que se la va a pegar soy yo!
Volví a centrarme en donde ponía los pies, me apoyaba dudosamente en un escalón y al alfeizar de una ventana de Nico. La ventana estaba cerrada, pero era de las antiguas, las correderas, asi que empuje con el pie, quite el pestillo y abri la ventana.
En ese momento me puse muy nerviosa. Bastaba dar un paso en falso para ir a parar al suelo.
Todo ocurrió muy rápido.
La escalera chirrió y me asuste. Uno de mis pies se resbalo y el otro quedo a medias. Aterrorizada e intentando acallar los gritos de Bruno, me balancee y me lancé en pos a la ventana.
Una mesa de caoba se interpuso en mi camino y me lanzo al suelo, sucio y lleno de botellas rotas. Observe atentamente donde me encontraba. Era una habitación pequeña y sucia que estaba conectada a otra y a un minusculo baño. El suelo estaba repleto de pintura, licor y cristales. No había decoración alguna, tan solo la misera mesa de caoba con la que había chocado, una silla y unas cazuelas oxidadas.
-¡Hope, Hope! ¿Estás bien?
-¡Si! Ya te abro-dije mientras me acercaba a la puerta.
-Oye porque..., ¿¡Que diablos...!?
Le tape la boca y le indique la habitación paralela a esta, nos dirigimos a ella un poco asustados y lo que encontramos no ayudo a recuperarnos.
-¡Nico!-chille.
Estaba tumbado sobre la cama con la boca entreabierta y el rostro pálido e inexpresivo. A su alrededor, se amontonaban botellas de Whisky y Vodka barato, junto con un cubo de vómito y cajas de pastillas. Concretamente agarraba una caja de píldoras rojas en su mano y el hecho de que faltaran varias fue lo que me alarmó.
-¡Bruno! ¡Hay que llamar a Emergencias!-chille mientras le tomaba el pulso.
Pausado, pausado... Lento, lento...
-¡Bruno!
-¡Estoy llamando! ¿Oiga? Si, verá...
Mientras él daba todos  los detalles, agarre la mano de Nico y me acerque a él.
-Por favor, no te vayas, no, no, no...-sollocé.
Estuve varios minutos así, deseando que no se le parara el corazón, deseando que volviera con su humor de siempre...
Deseaba que viviera.
-Hope, la ambulancia esta aqui.-se acerco y llevó a Nico en brazos hasta la calle.
La gente nos miraba, alguien nos saco una foto, nos gritaban preguntas. Subí a la ambulancia con el corazón en un puño, los labios apretados y sintiendo las lagrimas caer.
La sirena aullaba. Seguí el pulso y los latidos de Nico en todo momento, pero el pánico no paraba de oprimirme el pecho.
Al llegar bajaron a Nico a toda prisa, pero corrí tras ellos hasta darme de bruces con un médico. Apunto mi nombre y nos mando a la sala de espera.
-Puedes irte-le dije a Bruno media hora después.
-No, no pienso dejarte sola.
Suspiré.
-I hate Hospitals.
-Pardon?-pregunto él confundido.
-Olvidas que soy...-comencé para luego morderme la lengua-Excuse me. Ni nos hemos presentado correctamente.
Él sonrió.
-¡Oh! ¡Pues comencemos de cero! Hola, me llamo Bruno, Bruno Meridiem. Tengo 20 años y estudio Medicina.
-Bueno, yo soy Hope Moonlight, soy Británica y tengo 17 años. ¡Ah! ¡Odio hablar francés!
Él rió.
-¿Y porque vives aqui?
-Oh, no, Paris me encanta, pero echo de menos el ingles, este idioma me parece un poema muy intrincado.
-¿Poema?
-Si, el frances es precioso, pero para un ingles...-al pronunciar la palabra "anglaise" se me hizo un nudo en la lengua y me trabé.
-Si, se ve que tienes problemas.
-¡Pues llevo aquí casi tres años! Y eso que mis padres decían que era...
Me quede en silencio.
-No hables de ellos, si no quieres.
-Gracias-respondí a media voz.
Tras varios minutos en silencio oi:
-¿Pintas?
Sonreí.
-Desde niña. Pero a oleo tan solo desde los catorce.
Asintió sorprendido.
-¿Medico?-repuse entonces.
-Cuando era un crío era uno de esos empollones. Un día, al llegar a casa, vi a mi madre en el suelo, se había emborrachado. La levante y la lleve hasta la cama, le eche agua y se despertó. La atendí hasta que vino mi padre y llamó a Emergencias. Flipe.
Reí un poco.
-¿Porque odias los Hospitales?
-Eh... Nada concreto-mentí.
Y es que la historia completa no la conocía nadie. Bueno, una parte oculta la sabia ÉL.

Hace dos años...

-Deje de arrascarse, mademoiselle.
-Maidemoiselle, mademoiselle...-mascullé.
-¿Si?
-Nada.
Me quede tendida en la cama, con la mirada perdida y medio cuerpo vendado.
Y con el alma rota.
La visita de Natalie me fue... Indiferente. Vino embutida en unos vaqueros de cuero, con el pelo y las manos sucias y llorando todo el rimel.
-Lo siento, lo siento...-repetía.
Yo no podía moverme. Las vendas se me enroscaban en los brazos, en las piernas, en la cabeza...
-Espejo-masculle. Era la primera palabra que decía desde que me ingresaron en la UCI.
Mi hermana miró duditatiba a la enfermera y esta se froto las manos. Aquello me puso nerviosa.
-¡¡Espejo!!-chille.
La enfermera desapareció momentaneamente y volvió con uno entre las manos. Se acercó y me entregó el espejo dudando.
Enfurecida, me zafe de las vendas y me mire en el.
No chille, yo era fuerte.
La chica que se reflejaba ante mis ojos estaba muy maltrecha. Tenía poco pelo, de color ceniciento, que se entreveia en la venda de la cabeza. Alrededor del ojo tenía una fuerte magulladura y en el otro una costra rojiza. En la mejilla tenía una quemadura.
¿Cómo? ¡No me acerque al fuego! ¡Salte!
Parpadee con fuerza, no conseguía recordar nada. Nada...
¡Noa! ¿Y mi pequeña? Estaría herida, pobrecita. Se habría dado un buen golpe, y los pulmones...
El espejo se me resbaló entre los dedos. Se resquebrajo.
-Noa
Ambas me miraron confusas, luego mi hermana se echo a llorar y salió corriendo del cuarto.
Eso me bastaba.

Un meses y medio después...

-Hoy trabajo.
Me gire. ¿Su primer día? Ah, no, el tercero, ya...
-Vistete, tienes que ir a clase.
-Estoy vestida-recalqué apartando las sabanas.
Ella observo mis ropas. Unos shorts negros, una camisa blanca, la chupa de cuero falso y las converses.
-Hace frío.
-Estaré bien, largate ¿No querras llegar tarde el tercer día?
-El septimo-corrigió ella con una sonrisa.
-Eso ¡Largo!-dije entre risas.
Se despidió y marchó al trabajo. En cuanto oí el portazo, me levante y abrí el colchón, saque la botella de vodka y una cajita diminuta. Cogí la mochila y metí ambas cosas dentro, apague el móvil y lo deje en la mesilla, junto a las cartas.
Camine lentamente hasta la entrada del colegio. Entre en clase y media hora después me enviaron a enfermería preocupados, estaba pálida y vomitaba. Me acompaño Peter, un chico alto y rubio, de mi clase de Inglés, en cuanto estuvimos lejos, me dijo:
-Eres buena.
-¿Qué?-masculle.
-Actriz. Casi me lo creo hasta yo.
En ese momento mi expresión cambió totalmente.
-¿Y ahora qué? ¿Te chivarás?
-No, por favor ¿Por quien me tomas?
-Ah... Bueno, gracias y adiós.
-¡Eh, espera! No me apetece pasar el resto del día en clase.
Me gire en redondo.
-¿Y que propones?
Cinco minutos después entramos en Enfermería, yo vomitando como un diablo y él con una fiebre altísima. Nos dieron el permiso y nos mandaron a casa. Una vez lejos del colegio, y con las mochilas, le pregunte:
-¿Una pila? ¿Una puta pila?
-Es un buen truco. Conectas la pila con un clip, te la pones en la axila, te ponen el termometro y ¡Pi, pi, pi! ¡38,5!
Reí secamente.
-¿Y lo tuyo? Eso es asqueroso-dijo arrugando el rostro.
-Pues te lo creas o no, lo aprendí a las malas eso de meterme los dedos.
-¿Cómo?-dijo el lentamente.
-Una vez una amiga y yo nos pillamos un pedo tremendo. Eran las once y se suponía que debíamos de llegar a casa en una hora. Estábamos horribles, ella se tomo un café con sal y lo vomitó todo, pero yo no pude y al final entre las nauseas, el ruido y...
-¡Vale, vale! ¡Que asco! ¡No hace falta que me lo cuentes!
Calle y mire alrededor.
-Bueno, ¿adonde vamos?
-No se, yo pensaba en irme a...-miro alrededor-Anda, ven, te enseñare un lugar.
-¿Qué? ¿Donde?-conseguí decir antes de que me arrastrara por las calles.
Corrimos, corrimos y corrimos, hasta que verdaderamente me preocupe de si vomitaba sin intentarlo. Pasamos los puentes dos veces, y tire de él cuando vi que se dirigía a Montmartre.
-¡No puedo ir por ahí!
-¿Porque no?
-¡Vivo allí!-dije señalándole le Place.
-Oh, no vamos a pasar por le Place du Tertre.
-Bueno, entonces vale.
Volvimos a reanudar nuestra carrera, pero pese a lo que dijo nos quedamos en Montmartre, concretamente cerca de la Iglesia del Sagrado Corazón. Nos escondimos debajo de un saliente de detrás de unos pisos ruinosos, aunque pareciese increíble era... tranquilo, muy calmado.
-Aquí vengo cuando quiero estar solo.
-Bueno, yo ya se donde vienes, ¿no te preocupa eso?
-Acaso recuerdas perfectamente por donde hemos venido.
Lo pensé un minuto. ¡Idiota!
-¿Y como volveré a casa?
-Te llevaré.-respondió él.
Le mire atentamente, era guapo, muy guapo.
-No va a hacer falta.-murmure para mi.
Él apoyo la cabeza en la pared y cerro los ojos.
-¿Quien eres?-pregunto.
-No te entiendo-respondí confusa.
Él sonrió.
-No te conozco, nueva.-dijo repitiendo el mote que me habían puesto a mi llegada, poco original.
-Tal vez sea lo mejor-repuse.
El sol caía y en mi mente se batallaba una pelea. Una parte me instaba a hacerlo, pero otra suplicaba.
-Hope, será mejor que nos vayamos. Se esta haciendo tarde.
-Ve tú. Yo iré sola.
-¿Segura?
Asentí.
Me aleje y rodeé el edificio fantasma. Por fin estaba sola. Saque la botella y abrí la cajita, ¿Dos? No, cinco, no, siete. Adentro de un trago.
Todo fue demasiado rápido.
Los ojos se me cerraban cansados y las extremidades no me respondían, todo marchaba bien, pero en el fondo sentía pánico.
Entonces lo arruinaron todo.
-Hope-oí, la botella se me resbaló entre los dedos.-Si no quieres hablar vale ¿estas bien?
-Siii...-respondí mientras notaba que me iba.-De... déjame sola.
-¿Qué?-vi su sombra acercarse.-Oye, no creo que sea buena idea que vayas sola porque... ¡Mon Dieu!
-Vete...-suspire pero ya no era capaz de mi misma.
Note que me levantaban y todo el peso se evaporó. Oí un ruido, de cristales rotos, lo que veía se volvió difuso. Los ojos del muchacho no paraban de abrirse, a la par que su boca. ¿No respiraba? ¿Se me había detenido el corazón?
No, eso habría sido una locura.
Desperté en el Hospital. Lavado de estomago. Llanto. Visitas. Psicólogo.
Lo que decía, una locura.

Volviendo al presente...

-¿Bruno Meridiem?-pregunto una voz femenina.
Ambos alzamos la vista y corrimos hacía la enfermera.
-¿Que tal esta?-pregunte angustiada.
-Estable, sobrevivirá.
Respire aliviada.
-Oh, merci, merci! ¿Podemos verle?
-Ahora no, vengan mañana.
-Merci, mademoiselle.
Salimos del Hospital y volví a respirar. En ese momento mi móvil sonó.
-Oui?
-Hope. ¿Donde estás? ¡Me prometiste que vendrías!
-Tranquilo, ahora te explico...
-¡He quedado como un idiota! Les había dicho que mi novia iba a venir ¡Muchas gracias!
-¿¡Que, que, que...!? ¿Lo has dicho? ¿Sin consultarme?
-¿No recuerdas que te dije que lo diría hoy?
-¡NO!
-Oh, pues... ¡Sorpresa!
Gruñi y colgué. Bueno, por lo menos Louis no me ha tomado el pelo.
-¿Problemas?-pregunto Bruno.
-Que va, soy feliz. I feel happy and dandy!-solte sarcastica.
Él rió.

5 comentarios:

  1. Me encanta Nina! Escribes genial
    Casi haces que me muera al leer lo de Nico, te parecerá bonito, darme semejante susto...
    Bueno, el recuerdo de Hope me ha dejado un poco muy descolocada.
    Bueno, un besoooo

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  2. ME ENCANTA Nina! Es una pasada! El siguiente capitulo,

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  3. Me encanto! genial como siempre Nina.
    Quien diría que Hope tenia semejante ideota, me dejo un poco atontada ese recuerdo, no me esperaba jajaja
    uuy ya quiero leer el próximo capitulo, por cierto si te pasa por mi blog tienes un premio ;) fijate en la entrada que dice sorpresa!
    Un besote grande, Lucia.

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  4. chica me has enganchado totalmentee! espero que pronto subas el proximoo !
    Nereaa:)

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  5. Hola, lo siento no vi los comentarios hasta hoy!
    Gracias a todas! Subire el proximo este finde!
    MXX

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